Felices 30

Andrea Rivas
2 min readJun 25, 2021

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Bienvenida a otra reunión más

dos treinta, no, mejor a las tres,

yo llevo las cervezas

— ¿y para cuándo la boda? reventándome en la cara

será quizá que el problema no sea la pregunta, sino la respuesta

que no es sino otra pregunta ¿habrá alguien

que elegiría con plena consciencia de mí

amarme todos los días de mi vida hasta que la muerte

nos separe amén? ¿habré nacido así, con la imposibilidad

congénita de ser amada?

Y entonces, ¿elegiría yo renunciar a mi libertad? ¿Unirme

por siempre a un espacio compartido, los platos sucios

en los que no comí, un olor ajeno en mi almohada antes de lavanda?

¿Será imposible para los otros amarme con estas ojeras

y esta tristeza que me encorva la espalda y este miedo

que me agota y la gravedad nueva que se aferra a mi piel

y a lo que antes fuera lo mejor de mi cuerpo?

Y me enfurezco ante la necedad de nuevo de las tías,

los amigos, de quererme aferrada a otro cuerpo, a otro apellido

y me enuncio alta, fuerte militante de mi emancipación

y enumero la larga lista de logros personales, de disfrutes

en la soledad de mis pensamientos de ventajas en la familia de una

más el gato que me visita a voluntad y que juega a ser mi familia

— porque ser familia mía es eso siempre, un juego —

y pienso qué grande la vida de Penélope si no hubiese tenido que proteger

las tierras de Ulises, qué fantasía una Garro sin Paz, una Emma sin Charles

y pienso, me convenzo, me reto a creer que es cierto

que soy yo quien así lo quiso, el dedo desnudo, el vientre vacío

yo quien elijo cada día ser la feminista que triunfó,

que yo soy quien elijo cada día, ser mía y sola, sola sola.

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